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Una resolución del pleno de la Real Academia
Española (RAE) abrió la puerta en España a un intenso debate sobre el buen y
mal uso del idioma, al hablar o escribir sobre mujeres y hombres.
El académico Ignacio Bosque redactó el
polémico informe «Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer», aprobado por
unanimidad por el pleno de la RAE y con duras críticas sobre nueve normas
elaboradas por comunidades autónomas, universidades y sindicatos de toda
España. En las nueve normas hay temas comunes, entre los que se destaca la
crítica al uso genérico del masculino para designar a los dos sexos, como
cuando se dice «en esa ciudad viven miles de hombres», en vez de «hombres y
mujeres» o más claramente aun «personas».
Pero en el documento difundido el domingo 4,
la RAE considera que «está firmemente asentada en el sistema gramatical
español» la forma de designar a los dos sexos diciendo «miles de hombres». La
academia tiene actualmente 42 miembros, solo tres mujeres. Desde su fundación,
en 1713, solo ha habido cinco académicas.
Sobre el informe se manifestó la lingüista
Silvia Agosto, profesora asociada del Departamento de Didáctica de la Lengua y
la Literatura de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de
Madrid y docente del Instituto de Educación Secundaria Mariana Pineda, también
en la capital. «Es necesario adaptar los usos idiomáticos a una nueva realidad
social. Si antiguamente no existían abogadas, arquitectas o doctoras, es lógico
que se adapten los géneros de estos sustantivos», dijo.
En este tema, Agosto recordó un hecho que muy
pocos tienen en cuenta en la actualidad: que hasta mediado el siglo XX
prácticamente no había mujeres doctoradas en arquitectura, abogacía o medicina,
lo que convertía en normal las expresiones arquitecto, abogado o médico. Pero
la lingüista sí consideró que no es una buena solución duplicar las
expresiones, como proponen varios de los manuales criticados.
Puso como ejemplo la expresión «los niños y
las niñas», que consideró que «no solo no tienen sentido por la propia
estructura de la lengua, sino que porque estas fórmulas son contrarias a uno de
los principios básicos del lenguaje: la economía». «Si es posible dar un
mensaje con menos palabras, ¿por qué usar más?», argumentó.
Agosto puntualizó que «las repeticiones
generan problemas sintácticos y complican la redacción». Como ejemplo negativo
puso el cambio de la frase «Los padres deben consultar a los maestros por el
rendimiento de sus hijos» por: «Los padres y las madres deben consultar a los
maestros y las maestras por el rendimiento de sus hijos y sus hijas». Y se
preguntó: «¿Para qué usar una frase doblemente extensa para decir lo mismo?».
Según Bosque, si se aplicaran las directrices
de las comunidades, sindicatos y universidades «no se podría hablar», pues para
hacerlo hay que aplicar el uso genérico del masculino para los dos sexos ya que
eso, según la RAE, «está firmemente asentado en el sistema gramatical español»
y de otras muchas lenguas.
Bosque subrayó que «hay acuerdo general entre
los lingüistas en que el uso no marcado (o uso genérico) del masculino para
designar los dos sexos está firmemente asentado en el sistema gramatical del
español». Y puso como ejemplo textos de escritoras como las españolas Soledad
Puértolas, Maruja Torres, Rosa Montero o Almudena Grandes, o la uruguaya Carmen
Posadas y la mexicana Ángeles Mastretta, entre otras, en los que ninguna de
ellas «sigue las directrices contra el supuesto sexismo verbal».
El académico planteó también el caso de los
animales, y se preguntó: «¿Debemos entender tal vez que es correcto discriminar
a las hembras en expresiones tan comunes como los perros, los gatos, los lobos
o los jabalíes, o hemos de interpretar, por el contrario, que no es preciso que
el género aquí tenga correspondencia con el sexo?». Además, criticó a los
gobiernos de las comunidades y a las centrales sindicales por proponer que en
vez de decir «los ciudadanos» se diga «la ciudadanía», o en lugar de «los
becarios», «las personas becarias».
La ministra de Sanidad, Servicios Sociales e
Igualdad del gobierno derechista, Ana Mato, ha sido muy criticada por mantener
los términos sexistas discriminatorios, como cuando condenó el asesinato de una
mujer por su marido. La ministra habló de «violencia en el entorno familiar» y
no de violencia machista o de género, tal como establece expresamente la ley
que se denominan ese tipo de crímenes.
Adelaida de la Calle, rectora de la
Universidad de Málaga y presidenta de la Conferencia de Rectores de las
Universidades Españolas, sostiene que, si bien la sociedad española «ha
funcionado normalmente con un lenguaje muy sexista», ahora «hay que cambiarlo,
igual que hemos cambiado montones de actuaciones». Y subraya que «la mujer debe
contar en todo y ese todo incluye el lenguaje (...). Hay que poner a la mujer
en valor y hacer el esfuerzo de cambiar el lenguaje, aunque no se puede lograr
de la noche a la mañana». A su juicio, para lograrlo se deberá trabajar en los
primeros niveles de la enseñanza, aunque dice tener claro que «el genérico se
debe seguir utilizando porque no se hace con tono discriminatorio».
La visión de las feministas
La secretaria confederal de la Mujer de la
central sindical Comisiones Obreras (CCOO), Carmen Bravo, criticó el informe de
Bosque y dijo que desde su organización promueven «un uso de la lengua más
inclusivo desde el punto de vista del género y más igualitario desde la
práctica democrática del lenguaje». «Demandamos que la RAE también lo haga»,
sentenció.
En CCOO, ratificó, se apuesta «por un lenguaje
inclusivo de género», y de esa forma «democratizar el lenguaje y dar
visibilidad social a los géneros femenino y masculino y lograr una sociedad más
igualitaria y transparente desde el punto de vista lingüístico».
La presidenta de la Comisión de Igualdad del
Consejo General del Poder Judicial, Inmaculada Montalbán, escribió que «la
utilización sexista del lenguaje implica la invisibilidad de las mujeres, tanto
de su presencia como de sus logros». «Así lo entiende la Ley de Igualdad,
cuando fija como criterio general de actuación de los poderes públicos la
implantación de un lenguaje no sexista en el ámbito administrativo», adujo.
Purificación Causapié, secretaria de Igualdad
del opositor Partido Socialista Obrero Español (PSOE) se mostró optimista,
porque «el idioma es algo vivo y cambia para adaptarse a la sociedad y en este
sentido el lenguaje debe servir para expresar también la igualdad entre hombres
y mujeres». A su juicio, «debemos encontrar un consenso, por supuesto también
con los lingüistas y con la Real Academia, para alcanzar este objetivo».
Escritores con la RAE
El afamado escritor Enrique Vila-Matas apoya a
la RAE, porque «el lenguaje está hecho esencialmente para entenderse. Por
tanto, todo lo que se aparte de esto es un despropósito. Y despropósito es
creer que siempre hay discriminación en las expresiones nominales construidas
en masculino con la intención de abarcar los dos sexos».
Un ejemplo de esto, a su juicio, es cuando se
recomienda decir «personas sin trabajo» en vez de «parados». Pues si se hace
eso «acabaremos no entendiéndonos nada entre nosotros, hablando de Españadanía
para no tener que decir Españo o España (demasiado masculino o femenino
respectivamente)».
Pero feministas y lingüistas coincidieron en
que el lenguaje no es neutral y para confirmarlo recordaron los significados
populares muy diferentes que se asignan a palabras iguales, sean en masculino o
femenino:
Uno cualquiera: uno que pasaba por ahí; una
cualquiera: una puta. Un hombre público: un ciudadano conocido; una mujer
pública: una puta. Un zorro: un hombre listo; una zorra: una puta. Un hombre
alegre: un sujeto contento; una mujer alegre: una puta. Un gallo o gallito: un
valiente; una gallina: puta o cobarde.
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