Por
otra parte, la recomendación de uso en todo el ámbito hispánico de la denominación
uve para la letra v obedece a que este nombre se distingue sin necesidad de añadidos del
nombre de la letra b. No
por esto, sin embargo, las otras variantes de denominación, vigentes en el uso
del español actual, pueden considerarse, en absoluto, “incorrectas”.
gramática española, dudas, palabras sobre palabras, un no sé qué que queda balbuciendo
martes, 18 de septiembre de 2012
V: ¿“uve” o “ve chica”?
Uve y ve son
los nombres que tiene la letra v. El primero es el que se emplea en España y también es usado en buena parte de América, donde el nombre ve es el más extendido y suele ser acompañado de
adjetivos: corta, chiquita, pequeña, baja o chica (este último es el que,
por cierto, se emplea más en Perú), para distinguirlo, en el habla, del nombre de la letra b (be),
cuya pronunciación es exactamente igual.
lunes, 17 de septiembre de 2012
Uso del artículo "el" ante sustantivos femeninos
Se usa el
ante sustantivos femeninos que comienzan con a acentuada: el agua, el
alma, el águila, con la finalidad de evitar una disonancia o la combinación
no armónica de sonidos (cacofonía), que se produciría si se dijera, por
ejemplo, la agua, la alma, la águila, etcétera. También cabe señalar que
antiguamente esta forma el del artículo se anteponía también cuando la a
no era acentuada: el acémila, e incluso cuando el sustantivo comenzaba
por otras vocales: el espada. Esto se explica por lo siguiente: la forma
antigua del artículo femenino era ela: ela casa, ela tierra, ela alma.
Esta forma se abrevió perdiendo una vocal: cuando el sustantivo comenzaba por
vocal, el artículo perdía la última: el’ arena, el’ alma, el’ espada;
mientras que, si el sustantivo comenzaba por consonante, el artículo perdía la
primera vocal: ’la casa, ’la tierra.
viernes, 14 de septiembre de 2012
Acerca de las construcciones del tipo “Me paseé por el parque” y el llamado complemento de interés
De acuerdo con los
maestros Amado Alonso y Pedro Henríquez Ureña (Gramática castellana: segundo
curso), muchos verbos se construyen con el pronombre de la misma persona
que el sujeto (yo y me en el caso planteado), pero no lo tienen
como complemento y la acción no recae sobre el sujeto (como en Yo me peino
en el parque, por ejemplo), por lo que son solo reflexivos solo de forma
(como en Me voy, ¿Te sorprendes?, Se murió, por ejemplo). Por tanto, puede afirmarse que estos verbos son reflexivos por la forma, pero no por el
sentido, y forman construcciones cuasi-reflejas, en términos de Andrés Bello.
Este tipo de verbos significan vida interior (indican afecto o emoción [avergonzarse, alegrarse, emocionarse, conmoverse, serenarse, espantarse, horrorizarse, etc.], voluntad [empecinarse en, empeñarse en, esforzarse por, decidirse por, resolverse a, arrepentirse de, adherirse a, etc.], memoria [acordarse y olvidarse] y saber no seguro [imaginarse, figurarse, suponerse, barruntarse, olerse]) o, en otros casos, son verbos de movimiento (irse, marcharse, venirse, volverse, salirse, entrarse, subirse, etc.). No obstante, hay otros verbos reflexivos que no significan vida interior, pero el pronombre les añade un matiz especial de vida interior, como en Me temo que no amos a llegar a tiempo, que es como decir “Temo para mí que...”, en donde me es un complemento de interés o dativo de interés según la gramática latina. Este complemento de interés expresa beneficio o interés de quien es la acción, o que la acción se cumple poniendo el sujeto toda su alma y afianzando su personalidad, es decir, indica una intensificación de la vida interior con que se ejecuta la acción. En este ámbito, se encuentran, por ejemplo, las expresiones del tipo Me paseé por el parque, Tú te lo mereces, Me quedo en casa, Se bebió una botella de vino y Estate quieto.
Este tipo de verbos significan vida interior (indican afecto o emoción [avergonzarse, alegrarse, emocionarse, conmoverse, serenarse, espantarse, horrorizarse, etc.], voluntad [empecinarse en, empeñarse en, esforzarse por, decidirse por, resolverse a, arrepentirse de, adherirse a, etc.], memoria [acordarse y olvidarse] y saber no seguro [imaginarse, figurarse, suponerse, barruntarse, olerse]) o, en otros casos, son verbos de movimiento (irse, marcharse, venirse, volverse, salirse, entrarse, subirse, etc.). No obstante, hay otros verbos reflexivos que no significan vida interior, pero el pronombre les añade un matiz especial de vida interior, como en Me temo que no amos a llegar a tiempo, que es como decir “Temo para mí que...”, en donde me es un complemento de interés o dativo de interés según la gramática latina. Este complemento de interés expresa beneficio o interés de quien es la acción, o que la acción se cumple poniendo el sujeto toda su alma y afianzando su personalidad, es decir, indica una intensificación de la vida interior con que se ejecuta la acción. En este ámbito, se encuentran, por ejemplo, las expresiones del tipo Me paseé por el parque, Tú te lo mereces, Me quedo en casa, Se bebió una botella de vino y Estate quieto.