viernes, 24 de septiembre de 2010

¿Preinca o preínca?



Es común encontrar, en varios libros de Historia, la forma preinca. No obstante, dado que el hiato (encuentro de dos vocales que se pronuncian en sílabas distintas) de vocal abierta átona más vocal cerrada tónica se tilda siempre aunque no lo exijan las normas de acentuación, la forma correcta es preínca.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Las combinaciones ui, iu y su acentuación













Las combinaciones ui, iu se atienen a las reglas generales de acentuación, por lo que no se acentúan los infinitivos acabados en –uir: huir o insmiscuir. Asimismo, voces como triunfo, fluido o jesuita no llevan acento gráfico porque son voces llanas terminadas en vocal, pero sí se acentúan, por ejemplo, las esdrújulas casuístico, cuídate, huíamos y las agudas construí, fluí o huí.

Desde el punto de vista ortográfico, las combinaciones ui, iu, con tilde o sin ella, siempre se consideran diptongos:

ca-suís-ti-co, je-sui-ta, rui-do, lin-güís-ti-ca- triun-fo,

excepto en las formas de los verbos terminados en –uir; en estos casos hay hiato:

a-tri-bu-í, re-tri-bu-ir, con-tri-bu-í-a, in-clu-í, cons-tru-í-a, hu-í, flu-í-a-mos, flu-ir.

No obstante, a pesar del hiato, los infinitivos y los participios de los verbos terminados en –uir no llevan tilde:

construir, obstruir, constituido, sustituido.

Por otro lado, conviene no olvidar que la h no impide que se forme o rompa el diptongo de acuerdo con las reglas anteriores. Por ejemplo, en palabras como

ahínco, buhardilla, búho, cohibido, desahucio, mohín, prohíbe, rehúso, sahumerio, tahúr, vahído.

Sobre corrección y propiedad


“Devoción”

Debajo de un árbol, frente a la casa, veíase una mesa y sentados a ella, la
muerte y la niña tomaban el té. Una muñeca estaba sentada entre ellas, indeciblemente hermosa, y la muerte y la niña la miraban más que al
crepúsculo, a la vez que hablaban por encima de ella.

—Toma un poco de vino ―dijo la muerte.

La niña dirigió una mirada a su alrededor, sin ver, sobre la mesa, otra cosa que
té.

—No veo que haya vino ―dijo.

—Es que no hay ―contestó la muerte.

—¿Y por qué me dijo usted que había? ―dijo.

—Nunca dije que hubiera sino que tomes ―dijo la muerte.

—Pues entonces ha cometido usted una incorrección al ofrecérmelo ―respondió
la niña muy enojada.

—Soy huérfana. Nadie se ocupó de darme una educación esmerada ―se disculpó
la muerte.

La muñeca abrió los ojos.


Alejandra Pizarnik

Noción de singularidad y de pluralidad simultáneas














¿Se debe decir "Los candidatos presentaron sus solicitudes" o "Los candidatos presentaron su solicitud" si cada uno de ellos presentó una solicitud?

¡Interesante! Ambas opciones son admisibles en español.

Veamos a continuación este tipo de construcciones:

Los vecinos no se atrevían a salir de SUS CASAS./Los vecinos no se atrevían a salir de SU CASA.
Los trabajadores esperaban SUS SALARIOS./Los trabajadores esperaban SU SALARIO.
Los automovilistas tuvieron que abandonar SUS VEHÍCULOS./Los automovilistas tuvieron que abandonar SU VEHÍCULO.

En realidad, el problema que aquí se plantea es que, por un lado, se trata de una noción singular, en el sentido de que a cada uno de los vecinos, trabajadores, automovilistas, etc., le corresponde uno solo de los conceptos referidos (un vehículo, una casa, un salario, etc.), pero, al mismo tiempo, se trata de una noción plural, dado que el sujeto es una colectividad, y sumados los vehículos, las casas, los salarios, etc., de todos los que componen dicha pluralidad, tenemos como resultado un concepto plural (vehículos, casas, salarios, etc.). Por tanto, ambas opciones son admisibles:

Los vecinos no se atrevían a salir de sus casas.
Los vecinos no se atrevían a salir de su casa.
Los trabajadores esperaban sus salarios.
Los trabajadores esperaban su salario.
Los automovilistas tuvieron que abandonar sus vehículos.
Los automovilistas tuvieron que abandonar su vehículo.


Por otro lado, la selección de una u otra opción dependerá de la intención del hablante o de otros factores como el de la economía lingüística. En algunos casos, el hablante querrá enfatizar precisamente esa noción de pluralidad. Por ejemplo, en la frase "Los vecinos no se atrevían a a salir de sus casas", estamos ante un grupo de gente y un grupo de casas. No interesa tanto la información de lo que hace cada vecino como la información de lo que hacen todos los vecinos. Sin embargo, en una frase como "Los alumnos deberán realizar su examen en silencio" o "Los socios deberán consignar su dirección al inscribirse", se hace hincapié en lo que debe realizar cada alumno y consignar cada socio: su examen, su dirección.

Por otra parte, el plural es obligado cuando, efectivamente, se trata de una pluralidad.

Ejemplos:
Los pacientes deberán recoger sus pertenencias antes de salir del hospital.
Los becarios deberán rellenar sus datos en el formulario.


En estos casos, no sería admisible decir "su pertenencia" o "su dato".

En los casos en que se puede usar el plural o el singular indistintamente, puede observarse que la noción referida es algo que está claro que no se puede poseer en plural. Por ejemplo, si se dice que "Los automovilistas tuvieron que abandonar sus vehículos", es evidente que cada automovilista no tenía más que un vehículo. Se elige el singular por pura economía lingüística (se entiende de sobra el enunciado) o por un deseo de enfatizar lo que hace cada uno de los automovilistas. Por el contrario, se eligie el plural para enfatizar que se trata de un grupo de vehículos.
Y en otros casos se selecciona el singular -aunque también sería correcto el plural- para para evitar una posible ambigüedad, ya que se puede entender que se trata de una pluralidad de cosas, cuando en realidad se trata de una sola.

Ejemplo:
Los concursantes deberán entregar su relato antes del 15 de enero.
Frente a Los concursantes deberán entregar sus relatos antes del 15 de enero.

La primera frase deja perfectamente claro que lo que debe entregar cada concursante es un relato únicamente. Con la segunda, cabe la posibilidad de que sean varios relatos por cada concursante.

¿Capito o non capito?

lunes, 20 de septiembre de 2010

¿Por qué chiíes sí se tilda y chiismo no?



El plural chiíes lleva tilde por contener un grupo vocálico formado por una vocal cerrada tónica (i) y una vocal abierta átona (e). Este tipo de hiatos —también en orden inverso, una vocal cerrada tónica y una abierta átona— siempre llevan tilde, con independencia de las reglas generales de la acentuación. Ejemplos: María, maíz, acentúa, rehúsa, oír, sonreír, marroquíes... En cambio, los hiatos de dos vocales iguales, como chiita, chiismo, leguiismo y odriismo siguen las normas generales de acentuación (y en estos casos no se tildan por ser llanas terminadas en vocal).

viernes, 17 de septiembre de 2010

¿Kínesis o kinesis?


Como indica el Diccionario Panhispánico de Dudas (DPD), de la Real Academia Española de la Lengua y la Asociación de Academias de la Lengua Española, la raíz griega kínesis (κίνησις), 'movimiento', ha formado en español palabras con ki, ci o qui. Algunas voces mantienen varias grafías (quinesiterapia/cinesiterapia; quinasa/cinasa). El DPD da la transliteración de la voz griega, con la acentuación correspondiente en dicha lengua. No obstante, dado que, en el caso de Lima, Perú, se suele pronunciar [kinésis], empleado incluso como palabra, ¿debemos escribir kinesis, sin tilde, de acuerdo con el principio fonémico y, especialmente, con el fundamento de la ortografía que se basa en el uso, o debe procederse tal como se asumen las voces extranjeras no adaptadas?

Cito, a continuación, la opinión de uno de los integrantes del equipo de La Página del Idioma Español a propósito de una consulta que realicé al respecto: “La voz no aparece registrada en el DRAE probablemente porque equivale a la castellana 'movimiento'. A juzgar por las entradas en los corpus del español, tampoco parece ser de uso muy extendido en el ámbito hispanohablante, pero en los pocos casos documentados, aparece escrita sin tilde: kinesis, seguramente tomada de manera literal de textos traducidos del inglés. El DPD recoge la palabra como prefijo (fíjese en la rayita al final) kinesi-, es decir, para ese diccionario no tiene vida por sí sola, sino como elemento compositivo para formar compuestos relacionados con el movimiento: kinesiología, kinesiológico, kinesiólogo, kinesioterapia”.

¿Cómo se clasifican los adverbios terminados en -mente de acuerdo con la posición de la sílaba tónica?


En realidad, la respuesta puede generar más de una duda si se considera que los adverbios terminados en -mente son las únicas palabras del idioma español que se pronuncian, de forma natural y no enfática, con dos sílabas tónicas: la que corresponde al adjetivo del que derivan y la del elemento compositivo -mente: fuertemente [fuérteménte], rápidamente [rrápidaménte].

Por ello, en lo que respecta a su acentuación gráfica, estas palabras conservan la tilde, si la había, del adjetivo del que derivan: diariamente (de diario), próximamente (de próximo), físicamente (de físico), bruscamente (de brusco), ciertamente (de cierto), cortésmente (de cortés).

Por otro lado, en relación con la respuesta a la pregunta inicialmente planteada, dado que se trata de una excepción en el sistema acentual, no se consideran palabras esdrújulas, sobresdrújulas ni llanas. No obstante, algunos clasifican estas voces como esdrújulas, o sobresdrújulas, y llanas a la vez.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Uso de mayúsculas en las denominaciones de movimientos artísticos y culturales, escuelas, movimientos y géneros en las disciplinas artísticas


Se escriben con mayúscula inicial los sustantivos y adjetivos que forman parte de las denominaciones de grandes movimientos artísticos y culturales que abarcan todas o la mayor parte de las disciplinas y actividades artísticas y que pueden identificarse con grandes periodos históricos culturalmente diferenciados anteriores al siglo xx: el Cinquecento, el Renacimiento, el Siglo de Oro, el Barroco, el Neoclasicismo, el Romanticismo. Los especificadores que acompañan a estas denominaciones se escriben con minúscula: el Renacimiento francés, el Barroco tardío, el Romanticismo alemán.

En cambio, los sustantivos y adjetivos que forman parte de la denominación de escuelas y movimientos coincidentes temporalmente, y propios de disciplinas artísticas concretas, se escriben preferentemente con minúscula, ya que el periodo histórico en el que se encuadran no se puede identificar en exclusiva con ninguno de ellos en concreto: art nouveau, cubismo, dadaísmo, indigenismo, realismo mágico, simbolismo, surrealismo, vanguardismo, etc. Por tanto, tampoco se escriben con mayúscula términos como conceptismo, culteranismo, escuela holandesa o estilo galante, pese a ser anteriores al siglo xx.

Las denominaciones de los géneros que se dan en las distintas disciplinas artísticas se escriben siempre con minúscula, por ser nombres genéricos de estas clases o categorías: el cine negro, la novela pastoril, la pintura abstracta, etcétera.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

La h

Ajolote, espero que esto responda, al menos en parte, tu pregunta:


El principio de pronunciación y los grandes cambios fonológicos producidos en el español durante los siglos XVI y XVII
El gramático y lexicógrafo Elio Antonio de Nebrija, en la Gramática castellana (1492) y en las Reglas de Ortographía (1517), defiende una ortografía basada fundamentalmente en el principio de pronunciación argumentado por el retórico latino Marco Fabio Quintiliano: se debe escribir como se habla. A fines del siglo XVI, Juan López de Velasco propone un sistema en el que se aúnan los principios de pronunciación, uso y razón.
En el siglo XVII, en que se consuman los grandes cambios fonológicos del español, surgen importantes intentos reformistas basados en la pronunciación, y otros intentan armonizar los principios de pronunciación, uso y etimología.
Las ideas de López de Velasco y, sobre todo, de Juan de Palafox y Mendoza, autor del Breve tratado de escrivir bien y de la perfecta ortographía (1662), tienen una importante repercusión en el siglo XVIII, cuando se fija definitivamente la ortografía del español, salvo algunos pequeños cambios realizados más tarde. Entre los defensores de combinar los tres principios, destaca la Real Academia Española, cuya defensa de principios presenta el siguiente orden: pronunciación, etimología y uso.
Asimismo debe tenerse en cuenta que, durante el siglo XIX y las primeras décadas del XX, hay numerosos intentos de imponer un sistema ortográfico más acorde con el principio de pronunciación, pero, poco a poco, la Academia va ganando prestigio hasta imponer sus criterios. Además, el enorme peso de la Real Academia Española y el ser la escritura un hecho social profundamente condicionado por el uso y la costumbre determinan el fracaso de cualquier intento de reforma radical.


La hache, ¿“signo ortográfico ocioso”?
En el siglo XX, se producen diversos intentos por lograr una mayor simplificación de nuestro sistema ortográfico, el cual aún posee notables desajustes. Destaca en este proceso Julio Casares, alma de la última revisión importante iniciada por la Academia en 1951, que culminó con la publicación en 1958 de las Nuevas normas de prosodia y ortografía. En las Nuevas normas de prosodia y ortografía, declaradas de aplicación preceptivas desde el 1 de enero de 1959, la Academia sigue considerando que los tres principios fundamentales de la ortografía española son “[…] la pronunciación de las letras, sílabas y palabras, la etimología u origen de las voces; y el uso de los que mejor han escrito”. Al mismo tiempo dice que si “[…] la ortografía española se ha mantenido relativamente cerca de la pronunciación real […], existen diferencias entre una y otra, motivadas por la evolución fonética del idioma, por sus variantes geográficas y por la misma tradición ortográfica. Así la h, que en otro tiempo fue aspirada, carece hoy de valor fonológico y no es más que un signo ortográfico ocioso, mantenido por una tradición respetable”.


Desajustes entre el sistema de la escritura y sistema de la lengua
El sistema de la escritura representa al sistema de la lengua, y, por tanto, las letras o grafemas ―unidades mínimas e indivisibles de la escritura— de las escrituras alfabéticas sirven para reproducir los fonemas —unidades fonológicas mínimas― de sus lenguas. Ambos, grafemas y fonemas, forman grupos cerrados, limitados en número. Entonces, si bien con grafemas se transcriben los fonemas en la escritura, y a cada fonema le corresponde en la escritura una letra y solo una, de acuerdo con el principio fonético al que procura ceñirse la lengua española, debido a desajustes en el sistema, el número de fonemas y el de grafemas no siempre coinciden. Las causas de estos desajustes deben ser buscadas en la historia de la lengua: los sonidos de la lengua evolucionan y cambian, mientras que la escritura permanece más o menos fija y tarda en ajustar la representación de los nuevos sonidos, o se carece del signo adecuado (como en el caso de la historia de la ñ), o se desea mantener alguna letra como recuerdo histórico (como en el caso de muchas de nuestras haches iniciales), etcétera. Así, por ejemplo, si bien, en el español actual, la h no representa sonido alguno, hasta mediados del siglo XVII sí se pronunciaba con aspiración.


La letra h
En líneas generales, puede decirse que la h, novena letra del abecedario español, carece de correspondencia fonética, y las palabras que la tienen se pronuncian como si no existiera. Como lo señala la Academia, “no representa, en el español estándar, ningún sonido, aunque hasta mediados del siglo XVI se pronunciaba, en determinados casos, de forma parecida a como se pronuncia hoy la h aspirada inglesa”. Así, por ejemplo, prohibir se pronuncia como un diptongo: proi-bir, y no tiene sentido, pues, cuando aparece intercalada, separar la palabra en sílabas como si la h fuese otra consonante, ya que denota afectación: alhaja se pronuncia como a-la-ja.

Entonces, de acuerdo con lo dicho, se puede afirmar que la letra h no posee valor fonético en español, razón por la que, tradicionalmente, se considera una letra muda, un mero signo gráfico carente de valor fonológico, que, a veces, se utiliza en la escritura cuando se quiere representar una aspiración en el habla de alguna persona o personaje. “Esta aspiración aún se conserva como rasgo dialectal en Andalucía, Extremadura, Canarias y otras zonas de España y América. A veces, la aspiración llega casi a convertirse en el sonido velar fricativo sordo /j/, pronunciación que en algún caso tiene reflejo en la escritura; así ha ocurrido, por ejemplo, con el adjetivo jondo (‘hondo’, del lat. fundus), que se aplica al cante más genuinamente andaluz, caracterizado por su profundo sentimiento, o con el verbo jalar, variante de halar usada en varios países americanos, o con jolgorio, grafía hoy mayoritaria frente a la etimológica holgorio. En algunos extranjerismos usados corrientemente en español (tomados, por lo general, del inglés o del alemán, pero también de otras lenguas como el árabe), así como en algunos nombres propios extranjeros y sus derivados, la h se pronuncia también aspirada o con sonido cercano al de /j/: hámster, holding, hachís, Hawai (hawaiano), Hegel (hegeliano), etc.”. En la ortografía antigua no se empleaba, por lo que en textos de épocas pasadas no es extraño encontrar escrito ombre, onor, eredero, etcétera, que tenían H en latín. No obstante, después se volvió a utilizar la letra por imitación latina, y se sigue manteniendo todavía hoy es por recuerdo de la historia de la lengua.


Casos y cosas
Se escriben con h las palabras que la tenían en latín, como habitación, heredar, hernia, hispánico, hombre, horrible, etcétera, si bien algunas se escriben sin h a pesar de tenerla en latín, como aborrecer (abhorrere) e invierno (hibernu), entre otras.
Poseen una h inicial voces que en latín tenían una F-, como hacer, harina, herir, hijo, etcétera; lo que no significa que en español tengan h todas las palabras que tenían F- en latín, pues se conservó en algunas por diversos motivos, como en fama, fe, fiera, flor, fosa, fuego, fuga, etcétera.
También se escriben con h- las palabras que tenían en latín otra consonante inicial y que desapareció por cambios fonéticos, como helar (gelare), entre otras.

Existen palabras procedentes de otras lenguas en las que se emplea la h como señal de una aspiración originaria, como las voces que tenían aspiración fuerte en griego (hagiografía, halo, hecatombe, hedonismo, heleno, hematoma, hemisferio, hierático, historia, horóscopo, hipérbole, etcétera), o las que tenían aspiración en árabe (alhaja, halago, harén, hasta, hégira, etcétera) o hebreo (hitita, hosanna, etcétera).

Se escribe h en palabras que comienzan por el diptongo ue, aunque no hubiera consonante en latín, como en hueco, huérfano, hueso y huevo.

Igualmente, tienen h inicial las palabras que comienzan por los diptongos ia, ie y ui: hiato, hiedra, hiel, hiel, hiena, hierático, hierba, hierro, huir, etcétera. De esta manera, en las palabras que contienen los diptongos /ua/, /ue/, /ui/ en posición inicial o en posición interior a comienzo de sílaba, y que se escriben con h antepuesta (hua-, hue-, hui-), se suele pronunciar ante el diptongo un leve sonido consonántico cercano a una /g/: [guéso, guébo, pariguéla, desguésar] por hueso, huevo, parihuela, deshuesar. Esta pronunciación ha quedado, a veces, fijada en la escritura, y así, algunas palabras que comienzan por hua-, hue- o hui- pueden escribirse también con gua-, güe- y güi-, como huaca, huemul o huipil, escritas también guaca, güemul, güipil.

El grupo hi en posición inicial de palabra seguido de una e tónica se pronuncia normalmente como el sonido palatal sonoro /y/, salvo detrás de pausa o de palabra que termina en vocal, en que la pronunciación oscila entre [ié] y [yé]; así, es normal que palabras como hierro, hielo, hierba, hiedra se pronuncien [yérro, yélo, yérba, yédra]. También esta pronunciación se ha fijado en algún caso en la escritura, como ha ocurrido en hiedra y hierba, y en algunos derivados de esta última, que pueden escribirse también yedra, yerba, yerbajo, etcétera. Solo es posible escribir con y- estas dos palabras y sus derivados, mas no las demás que comienzan por hie-, ya que solo esas dos comenzaban en latín por H seguida de Ĕ, que diptongó en ie al pasar del latín al español. En el Río de la Plata, las formas hierba y yerba no son simples variantes gráficas, sino que denotan cosas distintas: mientras que hierba designa cualquier planta pequeña de tallo tierno, yerba designa solo la que se emplea para preparar el mate.

Se escriben con h todas las formas de los verbos haber y hacer.

Tienen h algunas interjecciones, como ¡ah!, ¡eh!, ¡oh!, etcétera.

En la actualidad, son muchas las palabras más o menos técnicas que se escriben con h-, ya que no son pocos los prefijos de origen culto que se emplean para la formación de esas voces: hagiografía, halógeno, hectómetro, heliocéntrico, hemiciclo, hepatitis, heptasílabo, heterónimo, hexágono, hidroavión, hipermetropía, hipnotismo, hipónimo, hipopótamo, histología, holografía, homónimo, etcétera.

El mantenimiento de la h en la escritura vale, también, para distinguir algunos homófonos: a/ha, alada/halada, atajo/hatajo, ojear/hojear, ola/hola, onda/honda, orca/horca, uno/huno, uso/huso, etcétera.

Pregunta de rigor
Entonces, ¿puede decirse que la h es muda, pero no cojuda, tal como amenamente lo sugirió una voz y espíritu amigo?